La trágica relación entre un rudo hombre de circo y su sencilla y poco inteligente ayudante mientras cruzan Italia para animar a miserables pueblos.
Radiante partitura a la que el compositor otorgó una doble función: su evolución representa también la de la pobre protagonista, y su empleo diegético (uno de los personajes, "El Loco", la interpreta con un pequeño violín y la propia muchacha lo hará con trompeta) hace que forme parte integrante del argumento. Ésta, en la película, tatarea una melodía que le sirve para evadirse de su cruda realidad. Sin embargo, no logra recordarla en su totalidad hasta que la oye interpretada en el pequeño violín de un vagabundo, "El Loco". Ese tema se convertirá en el corazón de la película y en la expresión de los sentimientos de la muchacha. Su carga emotiva es inmensa y funciona como exclusiva referencia al personaje.
Al final de la película, mucho después de que abandone al rudo Zampanó, éste escucha esa melodía de labios de una mujer, quien le informa que la joven que se la enseñó ya ha muerto. La alegoría a es obvia, y queda remarcada cuando él llora su desaparición mientras el compositor recupera ese tema musical en modalidad de gran orquesta, multiplicando el efecto dramático. Se acompaña de la banda sonora de Le notti di Cabiria (57).
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