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LA MÚSICA QUE SE/TE TRANSFORMA

11/03/2022 | Por: Conrado Xalabarder
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A lo largo de seis artículos, Carles Robert ha disertado acerca de algunas de las razones por las que que música de cine sufre desconsideración, y también rechazo. Como epílogo y conclusión comparte en MundoBSO unas reflexiones personales que, por su alto interés, publicamos en artículo aparte.

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por Carles Robert

LA MÚSICA QUE TRANSFORMA

A lo largo de los seis artículos englobados en el título Los porqués del rechazo he tratado de exponer cuáles son algunas de las causas del por qué en los círculos académicos clásicos se tiende a considerar a la música de cine un género dramático-musical de segunda categoría. Las causas son más profundas y complejas de lo que se ha podido exponer, que tan solo ha rozado la superficie de un error de concepto mucho tiempo enquistado pero que afortunadamente en los últimos años hay indicios de una apertura, lenta, pero esperanzadoramente constante. Con todo, queda muchísimo camino por recorrer.

Pero no seamos ilusos: por ejemplo, mucho me temo que el que Williams esté dirigiendo las mejores orquestas europeas no es sinónimo de esta apertura, sino que obedece en parte al descalabro económico de estas orquestas, que han visto en él un salvoconducto para volver a llenar sus arcas a través de los conciertos y posterior venta de CD’s y DVD’s. Antes de la era internet y del cierre de muchas de las compañías discográficas clásicas, jamás lo llamaron. Y estaba, como director, en mucha mejor forma que actualmente, por ejemplo a finales de los noventa o principios de 2000.

Dicho esto, es cierto que la rigidez mental de algunos compositores, musicólogos e intérpretes del Siglo XX, su influencia y la coyuntura histórica en la que se encontraron, han jugado a la contra de la consideración de la música de cine como arte de primera categoría. Es cierto que la industria, cegada por su afán comercial y de hacer dinero rápido, lo ha favorecido. Es cierto que el desconocimiento de los productores y directores respecto a la función y el potencial de la música de cine han ninguneado -y sigue ninguneando- un arte que entienden la mayoría de las veces solo como un-adorno-al-final-de. Es cierto que las prácticas de rodearse de infinitos orquestadores, colaboradores, tecnologías varias, usar temp-tracks o plagiar han desprestigiado no solo el arte, sino el oficio artesanal que también es la música de cine. Todo ello es cierto.

Pero no es menos cierto que los propios compositores de música de cine se han acomodado y conformado las más de las veces a estas prácticas, han buscado el dinero fácil, han obedecido a cualquier precio las indicaciones de los productores, han usado ghost writers, han dirigido sin ser directores, han interpretado sin ser intérpretes, han cedido a espectáculos sonrojantes con luces y palomitas, a programas repetidísimos y populares en el peor sentido de la palabra... todo ello TAMBIÉN es cierto. Y todo ello desprestigia el arte de la música de cine. Otra cosa es que esto no les importe a los propios compositores, con lo cual mi opinión quedará aquí y no tendré nada más que decir.

Pero si se quiere otorgar el prestigio que merece la música de cine como arte de primerísima categoría, el primer paso es que los compositores cinematográficos se tomen en serio a sí mismos. Que hagan pedagogía a los directores y productores. Que sepan decir NO cuando hay que decirlo, sea en la composición de una banda sonora, sea en un concierto de su música. También que los académicos del cine que los representan sean justos y honestos. Y que los musicólogos abran sus mentes.

Existe una postura fácil y cómoda que es no se puede comparar un género con otro, la música de cine es un género aparte de la clásica. Eso no solo no es cierto, sino que justifica peligrosamente al compositor cinematográfico mediocre. Recordemos que la música incidental para teatro de compositores clásicos (A Midsummer Night’s Dream de Mendelssohn, Peer Gynt de Grieg, etc.) se tocan en forma de suites con normalidad en las salas de conciertos y están
consideradas como de primera categoría. ¿Por qué no se tocan también suites de música cinematográfica de las obras maestras de este medio? Asimismo, recordemos también que las músicas de Henry Mancini para el cine las tocan grupos de jazz con normalidad y los músicos no realizan categorización alguna entre éstas y otros estándares. Efectivamente, la música de cine tiene sus propias reglas y hay compositores que se mueven muy bien en el terreno de la música de cine y no tan bien en su música para concierto. Y a la inversa. Pero eso no debería ser sinónimo de categorizar una de las dos como superior: también había compositores clásicos que su fuerte era el género dramático (Verdi, Puccini) y, en cambio, palidecían en su música sinfónica. Y también a la inversa (Beethoven, por ejemplo, dicho por él mismo). Simplemente son géneros dramáticos distintos (ópera, oratorio, melodrama con música , teatro, cine) y todos pueden llegar a cotas de altísima calidad, sin jerarquías. (1)

Cuando veo en la música de cine actual samplers, orquestas enlatadas, músicas corta-pegas de usar y tirar, industriales, sin personalidad, atmosféricas y ambientales sin narrativa alguna, a un volumen altísimo que puedes intercambiar de una persecución a otra, etc, y alguno de mis alumnos me pregunta acerca de tal o cual película-en-cartel-nº1-en-taquilla, que normalmente es un ejemplo emblemático de esa música, siempre les digo: Todo eso está muy bien. Pero la música de cine es otra cosa. Y a continuación les recomiendo que vean Vertigo, Jaws, Lawrence of Arabia, Planet of the Apes, C'era una volta il West, Volver, Gladiator o la reciente y excelente The Power of the Dog. Entonces hablamos, sobre todo porque a través de las cuestiones que plantean estos alumnos seguro que seguiré aprendiendo cosas. Son obras que no se acaban nunca. Muchas de ellas las ví en su estreno en cine, bien por primera vez, bien por reposición o restauración. Y cuando salí de la sala, yo no era la misma persona. La música de estas películas era parte estructural de la obra de arte que acababa de contemplar, la huella de la cual permanece de por vida. Simplemente, son películas que no pueden entenderse sin su música. Una música que puedes seguir analizando, escuchando y siempre descubres cosas nuevas. Porque es lo que tienen las verdaderas obras maestras: te transforman, constantemente.

¿Todavía hay compositores o musicólogos que consideran la música de cine de segunda categoría? ¿Todavía hay compositores de cine que se toman a si mismos como titiriteros en lugar de cineastas? ¿Todavía hay académicos, productores y directores que priman lo comercial y alardean consciente o inconscientemente de su ignorancia? Si la respuesta es afirmativa, entonces es que hay que seguir luchando. Merece la pena.

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