La edición de bandas sonoras, como el mercado discográfico en general, está desde hace años en crisis, pero incluso así hay quienes pudiendo y debiendo cooperar para mantenerlo a flote ponen dificultades sin importarles lo mucho que comprometen un futuro que ya de por sí es incierto. Esta semana el productor discográfico y benefactor de la música de cine Mikael Carlsson, que tanto está haciendo por la promoción de la música de cine (también española) con su sello MovieScore Media, publicaba esto en su cuenta de Facebook:

Muchos aficionados a la música de cine probablemente no son conscientes de cuántos obstáculos puede llegar a haber cuando se desea lanzar un álbum de una banda sonora. Como por ejemplo que se pida que pague una tarifa de licencia de 30 mil dólares para poder usar el póster de la película en la portada del álbum, a pesar de que la banda sonora realmente contribuye a la promoción de esa película.

El propio Carlsson ha matizado, en el hilo del debate que generó su comentario, que algo así solo le ha sucedido ocasionalmente, pues en la mayor parte de los casos (y lleva editadas más de 500 bandas sonoras) las productoras han puesto todo tipo de facilidades para que pudiera editar la banda sonora. Pero lo cierto es que una sola dificultad puesta desde una productora es demasiada dificultad, por absolutamente innecesaria, cuando de lo que se trata es de películas que no son grandes éxitos comerciales o incluso de irrelevancia comercial. El mercado discográfico de bandas sonoras solo es big business cuando lo que se edita es de una película de gran éxito que asegura cuantiosas ventas, pero en la mayor parte de los casos supone un riesgo y un esfuerzo que en no pocas ocasiones deriva en fracaso que, curiosamente, nunca afecta a la productora del filme sino a quien ha invertido para sacar adelante la banda sonora. Y por esa razón, y dado los tiempos que corren, da vergüenza que se someta a este estrés a los que ayudan tanto a difundir la música de cine.

Porque además una banda sonora editada ayuda a promocionar la película, y pedir cantidades inasumibles es boicotear su edición. Sí, están en su derecho y buscan recuperar la inversión, pero pretender que un pequeño sello discográfico pague ese dinero por editar una banda sonora menor (que no es Star Wars ni un Zimmer) es directamente invitar al productor discográfico que se olvide del tema y de editar la banda sonora. Y por ello tiene mérito y es elogiable que a pesar de todo se presten a negociar una rebaja del precio o la cesión gratuita, pero es un estrés añadido que podría evitarse. Para las productoras esa banda sonora puede ser material promocional a coste razonable para la discográfica o incluso podrían llegar a acuerdos tipo repartición de (los escasos) beneficios o que compren a precio de coste las que quieran para regalar entre los clientes o para repartir en festivales, eventos...

Un productor discográfico ha de saber negociar con las productoras cinematográficas, pero una productora cinematográfica debería saber que poner facilidades desde el principio puede ser muy beneficioso, aunque tratándose de música puede que eso les importe menos que nada. No quiero hacer categoría de lo que aparentemente es solo anécdota, pero como bien dice Carlsson es necesario que se sepa.