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LAS GALERÍAS SECRETAS

01/04/2021 | Por: Conrado Xalabarder

Siempre he pensado que desentrañar el guion musical de una película tiene mucho que ver con la egiptología, con entrar en una pirámide (la película) conociendo su historia pero sin saber qué conductos, pasillos o galerías musicales te vas a encontrar y dónde te van a llevar. Es decir, y por poner un ejemplo sencillo, uno ya sabe cuando comienza Braveheart (95) que va a ver el relato de la vida y la muerte de William Wallace, pero hasta que no se entra en su pirámide no descubre que el protagonista no tiene uno sino dos temas musicales y que Escocia también se representará con un tema que, además, se impondrá como el principal. Todo esto no puede saberse de antemano, y al descubrirlo se obtiene un plano más exacto y detallado de toda la pirámide. El guion musical puede ser los pasillos, conductos y galerías que llevan a la cámara del faraón, y llegar a ella -a veces es fácil y otras muy complicado- es siempre apasionante.

No son pocas las pirámides que tienen pasillos muertos, cul-de-sac que no llevan a ningún sitio, generalmente por error de los arquitectos -director o compositor-, pero también pueden ser deliberados para despistar, como en The Conjuring (13). No es mejor una banda sonora por ser más complicada en su estructura arquitectónica, en absoluto: los guiones musicales de E.T. The Extra-Terrestrial (82) o de La vita è bella (98) son bastante sencillos y es relativamente fácil entrar por vez primera en las películas y descubrir sus pasadizos. Es evidente que en los nuevos visionados se encuentran más cosas, pero en lo esencial la cartografía musical de la primera visita es bastante exacta, aunque no por ello completa. En el extremo opuesto, hay guiones musicales que sí son muy enrevesados, con laberintos que obligan a ver la película varias veces para poder obtener un plano detallado. Inception (10) es un ejemplo, pero hay bastantes más. Ciertamente, no son pocas las películas que por seguir los códigos básicos y planos-modelo idénticos, con una vez basta. Pero no es la mayor o menor dificultad en desentrañar sus secretos lo que hace la pirámide mejor, sino otros factores.

Una película cuyos conductos, pasillos y galerías me maravilló descubrir fue el musical La La Land (16). ¡Es imposible encontrarlos en una primera visita! Es obvio que Damien Chazelle y Justin Hurwitz lo hicieron deliberadamente puesto que ahí están bien ordenados, tal y como mostré en el vídeo de Lecciones de Música de Cine que hice en su momento. Es imposible verlos a la primera, pero ahí están. Esta semana me ha sucedido lo mismo con la serie televisiva La templanza (21), que son diez capitulos de una hora cada uno. La he visto con interés a razón de uno o dos capítulos al día porque me interesa mucho su compositor, Iván Palomares. Ayer, al acabarla, se la resumí con dos palabras: es confusa. Palomares se mostró contrariado y me preguntó en qué me parecía confusa. Le conozco y sé que es un arquitecto que sabe mucho de cine, así que me hizo dudar: ¡igual soy yo el que se equivoca! Lamentablemente no me puedo permitir volver a ver estos dias diez horas de metraje para examinarlos al detalle, lo que sí haría si fuese una película de dos horas, como he hecho tantas veces, así que le pedí que me pasara los planos de las galerías de esta inmensa y extensa pirámide, y cuando los he comprobado yendo a escenas concretas me he emocionado intensamente: no hay nada de confusión, sencillamente no se pueden conocer sus galerías a la primera sino tras un estudio a conciencia. Exactamente igual que con La La Land.

Tras mi primer estudio de esos planos me he permitido -y Palomares lo ha aceptado- proponer una interpretación alternativa sobre un tema concreto al que él y los directores daban una significación, mientras yo he deducido otra que creo más acertada. Ahora tengo más ganas de volver a esta pirámide de diez horas porque he podido comprobar que tiene lecciones de narrativa y dramaturgia musical. Volveré para seguir desentrañando sus aciertos y descubriendo, si los hubiera, sus errores. Nada me resulta más apasionante.

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