El cine es un medio que se le resiste a Bear McCreary, allá donde reina cómodamente en el medio televisivo y en el del videojuego. Es extraño y no hay argumentación que pueda explicar por qué un compositor funciona muy bien en televisión pero generalmente mal en cine, pero es lo que sucede con McCreary. Hoy se estrena Imaginary (24) y es más de lo mismo no ya en el género de terror sino en la propia trayectoria del compositor en el campo del largometraje: música estupenda pero insustancial, sin magia ni fortaleza, con entidad pero desinflada. Nada, absolutamente nada que ver con sus trabajos en la saga televisiva The Rings of Power (22) o de videojuegos God of War (18), por citar un solo ejemplo -entre bastantes más- de obras para la pequeña pantalla y para el mundo del videojuego. Es una apreciación mía pero bastante compartida por quienes nos siguen en MundoBSO: hay una considerable distancia en las puntaciones que se le vienen otorgando a sus trabajos de televisión y videojuegos con respecto a las de cine, valoradas bastante por debajo y con muy puntuales excepciones tipo Godzilla: King of the Monsters (19) y alguna más. Pero de sus casi cuarenta bandas sonoras para cine, la media es mediocre y muy por debajo de la media en los otros ámbitos.
Ciertamente tiene mucho que ver la escasa categoría de filmes en los que trabaja, pero es una indicación importante de para qué y para qué no se cuenta con su talento: ¿por qué con lo mucho demostrado no le llaman para hacer las mejores películas? Es un misterio, pero parece ser también la maldición de otros compositores que no logran consolidarse en las pantallas grandes allá donde recogen laureles en las pequeñas: Ramin Djawadi, Jeff Beal o Jeff Russo, Lolita Ritmanis, Sean Callery o Murray Gold, que sencillamente no existen para el cine, a buen seguro no por voluntad propia. Teniendo en cuenta que sí hay bastantes compositores que funcionan muy bien en distintos medios (Federico Jusid, Michael Giacchino, Brian Tyler, Ludwig Göransson...) resulta extraño que el resultado para McCreary sea tan discrepante y diferente: de ser solo compositor cinematográfico, y con su no escasa obra hecha, no pasaría de ser considerado un compositor irrelevante. El cine, de momento, le es maldito.