En los tiempos que corren y en la era de internet parece ciencia-ficción que en un mismo año se publiquen en castellano más de 1.200 páginas de papel sobre Jerry Goldsmith, y antes de acabar 2022 se avecinan más páginas pero en inglés. Afortunadamente no es una ficción sino una estupenda realidad, aunque tenga no poco de aventura suicida publicar en papel por las ventas menguantes al existir internet y su información inmediata, cambiante, diversa y sobre todo gratuita. De esas 1.200 páginas algo más de 500 corresponden al libro Jerry Goldsmith. Un camaleón musical (Kane), de Christian Aguilera, al que dediqué un artículo publicado en dos partes, y las 700 restantes son las que ha escrito Joan Bosch en Jerry Goldsmith. Versátil estratega emocional (Saimel), publicado en dos volúmenes de venta conjunta y al que dedicaré uno o más artículos en las próximas semanas, en cuanto acabe de leerlo. En lo que se refiere al inglés, Jeff Bond anunció hace unos meses la publicación de nada menos que dos libros sobre el compositor, totalizando más de mil páginas (ver la noticia aquí).
No todos los libros que se publican sobre compositores de cine son buenos -alguno hay infumable-, como es obvio y como sucede en todas las áreas. Pero los que cumplen con unos mínimos son aportaciones al conocimiento, y cuantas más aportaciones haya (cumpliendo esos mínimos) más amplio será el conocimiento generado. Sobre The Beatles, por ejemplo, hay más de quinientos, y algunas fuentes suben a quinientos mil los libros publicados directa o indirectamente sobre Napoleón Bonaparte. De Jerry Goldsmith hay, comparativamente, un número insignificante, así que cuantos más se publiquen -cumpliendo los mínimos- más se beneficiará el conocimiento, y tanto el libro de Aguilera como el de Bosch sobrepasan, a mi entender, los mínimos exigibles, y con creces. Recomiendo los dos porque son muy buenos y además no son incompatibles: como sucede con cualquier temática que tenga varias publicaciones simultáneas quien piense que un libro solapa a otro u otros solo por versar sobre lo mismo no será capaz entonces de aprender nada de ninguno de ellos, puesto que de la comparación de perspectivas, del contraste con otros libros y fuentes y de la propia reflexión surge el verdadero conocimiento.
Yo aquí y ahora no voy a recomendar uno por encima del otro porque lo decente es acabar de leer el que aún no he terminado, meditarlo y comentarlo. Sí me apetece mucho escoger unas cuantas películas de Goldsmith y explicar lo que expone Aguilera, lo que expone Bosch y lo que yo interpreto del estudio de la película en concreto, para que las personas interesadas tengan perspectivas ampliadas. A un cineasta como Jerry Goldsmith hay que admirarlo, sí, pero es mucho más importante hacer que otros lo admiren no con exaltaciones emocionales sino con estudio sereno, serio y riguroso de su obra. Sobre el libro de Aguilera ya me he pronunciado en mis objeciones y mis conformidades, y con el de Joan Bosch haré lo propio. Leer lo que otros -cumpliendo los mínimos- han encontrado en sus estudios sobre Goldsmith es un modo muy útil de completar el aprendizaje propio, y por esta razón que en el espacio de un año y en plena época de internet se publiquen más de 1.200 páginas de papel sobre Jerry Goldsmith es una estupenda realidad y no ciencia-ficción.