Dos policías deben resolver sus situaciones personales mientras un despiadado capo mafioso los tiene en su punto de mira.
Evocando las creaciones musicales que tanto le significaron en los años ochenta, el compositor aplica una partitura ambiental electrónica y rítmica, urbana, que resulta nostálgica de aquellos tiempos pero que, en pleno Siglo XXI, queda ya desfasada. Pero es al menos simpática.