La compositora aplica una creación con más buenas intenciones que resultados. Intenta aportar al relato un tono dramático, apesadumbrado, que por las circunstancias resulta bastante obvio en el punto de vista y la perspectiva en la que se posiciona. Pero no va más allá de eso, de una sucesión de músicas lánguidas y afectadas que en ningún momento se posicionan (en la protesta o la indignación, por ejemplo) y que por tanto resutan monótonas, estáticas y finalmente vacías.