Secuela de Torrente, el brazo tonto de la ley (98), con el incalificable policía soez y corrupto luchando contra las mafias de la ciudad de Marbella.
En los treinta minutos de música original (el resto son canciones) son muchas las diferencias con respecto a la anterior película, pero la fundamental es que en la primera entrega el compositor escribió una partitura seria y solemne, que contrastó así con las astracanadas del film. Aquí es abiertamente paródico: emplea el motivo referencial del personaje de Torrente, y lo acompaña con un tema netamente “bondiano”, con el propósito de provocar hilaridad desde la misma melodía. El conjunto de esta creación es tan elaborada como la precedente, aunque la inevitable comparación no la beneficie del todo.