Tercera temporada de Stranger Things (16), ambientada en 1985 en Hawkins, Indiana, en verano. La ciudad está amenazada por enemigos viejos y nuevos.
Esta tercera temporada mejora en algo a la anterior, y ello comporta que, siendo prácticamente el mismo tipo de música, esta quede también algo mejor. Pero sustancialmente es un continuismo que no aporta mucho. La música electrónica es errática y monótona, que no innova ni tampoco se aventura a probar nuevas aventuras musicales allá donde los personajes de la serie sí cambian. En su conjunto es una creación muy conservadora, sin especial interés.