Cuarta entrega de la saga de videojuegos Silent Hill (99), que parte con el protagonista encerrado en una habitación de la que escapa para entrar en un mundo sobrenatural.
Creación menor dentro de las que el compositor escribió para toda la serie, es una partitura ambiental, de terror, en la que se insertan algunas canciones de tono melancólico y evocador, tristes, pero a la que le falta cierta solidez.