Cuando su padre muere en un accidente, una niña sufre una crisis que acaba en autismo.
En el grupo de las partituras intimistas que ha escrito el compositor en su carrera esta es una de las más notables. Recrea, con elegancia, un entorno evocador y mágico, muy puro, donde la música sirve a los propósitos de resaltar la inocencia de la protagonista. Lo hace mediante un poderoso tema principal y el apoyo de la flauta de pan como el instrumento más destacado (cuya presencia está justificada porque la niña lo toca). En su conjunto se trata de una obra de gran belleza.