Discreta composición de James Newton Howard que resulta algo forzada dentro del film (estupendo, por cierto). El compositor da solemnidad al tratado judicial por el que se mueve el film, y aunque resulte bueno en intenciones, en la película resta efectividad por darle tanto protagonismo e importancia, restando así dramatismo (a veces parece que quiere darle épica). Véase como ejemplo aquellos momentos en que el protagonista va a los juzgados o la escena final para ver que Howard se desborda demasiado intentando sobresalir cuando no lo necesitaba, ya que un film como este necesitaba mas sutileza (que se encuentra en varios momentos por fortuna, y que son los que salvan la obra). Su anterior colaboración con el director Dan Gilroy (Nightcrawler) fue mucho mas notable que este trabajo, que resulta interesante cuando le da un toque funk y new age, pero que a la hora de resultar mas clásica es cuando rompe su castillo de naipes. Termina por resultar una banda sonora que no termina de encontrar su sitio, por mas que lo esté buscando desesperadamente.