Dos grupos de niños indisciplinados deciden enfrentarse por el control del pueblo donde sus padres, agotados de sus travesuras, los han dejado solos por un día.
Partitura sinfónica en la que el compositor desarrolla su música en dos niveles dramáticos bien definidos: en primer lugar -y más destacadamente- música de tono inocente y evocador, para el entorno de los niños protagonistas, con un notable tema principal; en segundo lugar, temas de acción, también muy solventes. Todo ello, con un aire clásico muy solvente y momentos de cuidada belleza.