Adaptación de la novela de Agatha Christie, en la que el detective belga Hércules Poirot deberá resolver el caso del asesinato de una joven millonaria a bordo de un crucero por el Nilo.
(comentario con spoilers)
Cualquier comparación de esta versión con la que hizo Nino Rota en el filme de 1978 resulta casi humillante para el compositor escocés, pero bien es cierto que poco puede hacer Doyle por salvar esta película. La película de Rota tenía una línea definida y clara gracias a un maravilloso tema presentado como tema inicial y que lo contenía todo para emprender el crucero hacia la muerte: la épica, lo exótico, un romanticismo trágico, el misterio, la fragilidad y la misma idea de viajar. Con esa presentación, ya estaba todo expuesto y avanzado. Nada de eso hay en la música de esta errática, confusa y poco interesante propuesta musical: la primera escena del filme es un prólogo en blanco y negro que explica una completa irrelevancia (el por qué del bigote de Poirot), que recuerda por su cercanía a 1917 (19), pero muy gratuitamente, y que musicalmente no aporta nada, es una pista de despegue que no lleva a ninguna parte.
Luego la película se enmaraña en pastiches de Cotton Clubs y números musicales que no hacen sino llenar la película de canciones y espectáculos de baile que tampoco llevan a ninguna parte y que, por lo llamativos, distraen cualquier atención que necesite la música instrumental. Y por fin, cuando Doyle se decide a comenzar su viaje resulta demasiado tarde, y ya no tiene tiempo ni ocasiones para que el tema que aplica para su viaje -bastante básico y con poco contenido, hay que decir- encuentre espacio de navegación por un río obstaculizado por otras músicas ad hoc, que solo son pensadas para escenas concretas pero que no funcionan en conjunto,y el resultado es así deslabazado, inconexo, confuso y por fin pésimo. Comparado con Rota, es bochornoso.