Basado en la historia real de un equipo de voleibol femenino. Tras la trágica muerte de la jugadora estrella de la escuela, las restantes deberán unirse bajo la dirección de su dura entrenadora con la esperanza de ganar el campeonato estatal.
Este es un filme edulcorado y sentimental en el que la música sinfónica participa activamente en el propósito, lo que por otra parte es lo esperado en películas de este tipo. Pero se puede edulcorar con azúcar mal refinado o con uno exquisito y de primera categoría. Y es el caso.
Baños lo eleva todo a niveles superlativos, tanto en lo emocional como en lo cateórico: este es un filme sobre deporte y sobre el espíritu de superación ante las dificultades, y la música es un impulso decisivo; asimismo es una película sobre sentimientos de aflicción y de aceptación, y la música también participa en eso. Con un aire que recuerda -pero solo es una referencia- al Randy Newman de The Natural (84), evoca la grandeza del deporte con ímpetu en su magnífico tema principal que lo estructura todo y que junto a otros temas de similar prestancia hacen que el conjunto sea una delicia y su compositor el mejor jugador de todo el equipo.