La ambientación en la Iglaterra victoriana y el espíritu navideño son las bases sobre las que el compositor sustenta esta bella y agradable creación, que gira en derredor de un tema principal para el protagonista, presentado de modo casi teatral pero que luego se desarrolla en territorios dramáticos, y de un contratema que hace su aparición con el fantasma de Scrooge, y que se inserta como quiebro y contrapunto, remarcando las inseguridades y flaquezas del personaje. Temas líricos y otros dramáticos complementan el conjunto de una banda sonora que, aunque algo dispersa y confusa en su narrativa, es destacable por sus momentos de jovialidad.