En Octubre de 1983, desaparecen en Bayona los miembros de ETA Lasa y Zabala. Doce años después, sus cuerpos, torturados y enterrados en cal viva por los GAL (Grupos Antiterroristas de Liberación), son identificados. Comienza entonces un proceso en el que el abogado de las dos familias intentará que se haga justicia y que los asesinos se sienten en el banquillo de los acusados.
El compositor aplica una elaborada partitura que evoca a las que Ennio Morricone escribiera en su cine político, no en lo que hace referencia al tipo de música sino a sus intenciones y estructura. Gaigne abre la película con un tema inicial que va a ser determinante en la actitud que posteriormente va a seguir la musica: es una contundente y enérgica melodía que define el contexto de violencia y hostilidad, y que luego encauza con otros temas secundarios que acompañan secuencias concretas vinculadas a ese contexto de violencia. Son músicas descriptivas que se limitan a generar una moderada tensión, pero en las que el compositor marca cierta distancia, no se involucra dramáticamente y, por tanto, no se posiciona. Sí lo hace, aunque con mucha contención, en lo que se refiere a resaltar la desolación de los familiares de las dos víctimas, y es mucho más comprometido y explícito en lo que concierne al sentido de justicia, como valor universal, que expresa a través de un poderoso tema principal que acaba por ser toda una declaración de intenciones, del director y del compositor, expresada mucho más enfáticamente desde de la música que desde el guion literario.