Un fotógrafo tiene su vida organizada y calculada: pronto se casará y se irá a vivir al piso que ha comprado. Pero una noche es atacado por dos mujeres, una de las cuales le viola. Quien lo hace es una joven desequilibrada enganchada a la droga. Lejos de olvidar el incidente, se obsesiona con ella y la busca hasta encontrarla, iniciando a partir de ese instante una relación que quiebra su estabilidad personal y le supone el inicio de una vida distinta.
Partitura que refuerza la viva y descarnada expresión del dolor incontrolable, con un componente trágico que se emplea para incidir tanto en el vía crucis afectivo como en las turbulencias emocionales de los personajes, todo ello dominado por un espíritu que remarca un sentido de irremisible fatalidad. La pluralidad melódica, muy diversa y elaborada, cuenta con una sucesiva incorporación de temas que van apareciendo en función de lo que va ocurriendo en el filme y van fusionándose, así, en la espina dorsal de una partitura considerablemente unitaria.
No es una banda sonora de pluralidad melódica convencional, sino que hace que su diversidad converja en un mismo cauce, que es la expresión diáfana del atormentado mundo que concierne a los personajes centrales, de modo que con la variación musical se mantiene una cierta mirada caleidoscópica hacia un mismo objetivo.