Años después de los acontecimientos de Jurassic Park (93), Isla Nubla tiene ahora un parque temático de dinosaurios en pleno funcionamiento, pero las tasas de visitantes están en declive y al crear una nueva atracción para atraer visitantes destapan un infierno.
El compositor aplica una banda sonora sinfónica, poderosa, grandilocuente, que busca más el impacto emocional y el efectismo que la implicación en lo narrativo, a diferencia de lo que había hecho John Williams en Jurassic Park (93), donde con menos temas había conseguido mejores resultados. Aquí, el problema es que hay demasiada música, y es dispersa. Hay un tema principal, notable, y uno central y ninguno de los dos acaba por encontrar su sitio y dominar los espacios del filme, aunque en un par de escenas el principal lo consigue moderadamente.
Esta es una banda sonora que genera desorden en lo que debía tener orden. Williams ofreció dos temas centrales (Jurassic Park y Fascinación), ambos escrupulosamente utilizados, y los demás secundarios, pero aquí se suma a la abundancia de temas y el uso discreto de los centrales el tener que combinarlos con las referencias a los dos de Jurassic Park (93), con el agravante que cuando se cita a Williams, es fácil olvidar la música de quien lo está citando (y en el filme, importa). Los resultados acaban por ser algo confusos en intenciones, y aunque es un esfuerzo aceptable no acaba de generar la misma impresión que los dinosaurios. Pero la gran diferencia es que Williams involucraba absolutamente al espectador y Giacchino lo intenta pero no acaba de conseguirlo.