Tres amigas salen a pasear una vez por semana por un parque de la ciudad. En esos paseos se explican sus vivencias y también descubren lo que las unas ocultan a las otras.
Esta es una película en casi constante movimiento (personajes andando) y con apenas espacios para el silencio, pues la presencia de los diálogos es también casi constante. Asimismo, son diversas las historias que se relatan y son tres los personajes que las explican, evolucionando y descubriéndose (ante los espectadores) a través de ellas. Hay conversaciones anecdóticas y las hay de importante calado dramático. Y hay un comienzo y también un final, donde las diferencias en los personajes tal y como se exponían al principio y como son al final son considerables.
La música de Jusid funciona como planteamiento pero no tiene desarrollo y finalmente no lleva a ninguna parte, limitándose a acomodarse en espacios comunes, algunos del todo inoportunos, y sin aportar nada más que emociones muy esquemáticas. Un cálido tema, sencillo y cercano, acompaña en la forma de tema inicial los créditos del principio del filme y es una carta de presentación en la que se muestra, completa, la melodía que conformará el tema principal y que funcionará como música compartida por los tres personajes. Es un tema ligero, superficial, simpático, y podría ser un buen punto de partida para una comedia pero luego le queda muy poco por ofrecer: en lo que resta se aplica aquí y allá, para ir parcheando momentos junto a otras músicas similares, pero sin construcción dramática o narrativa alguna.
La música acaba por mostrar cierta indiferencia hacia los personajes: uno de los momentos más serios del filme, cuando una de ellas cuenta lo que ha sucedido con una de sus alumnas, allá donde el silencio musical sería mandatorio, la música aparece pero para seguir de fiesta, una manera harto extraña de pretender involucrar a los espectadores y que supone un punto de no retorno, pues a partir de ese instante nada se puede tomar verdaderamente en serio. Y si la música quita relevancia a lo que se cuenta el resto de la película entra por su causa en un terreno de lo irrelevante.
Esta es una banda sonora descoordinada, desubicada, que no se desarrolla ni evoluciona y que, en consecuencia, es completamente invisible en el epílogo final, cuando se esperaba y se necesitaba una conclusión (que, en créditos finales, empeora con una terrible e innecesaria canción) Es un problema no tanto de la música o del compositor como de su aplicación, de una directora que no ha entendido las posibilidades del arco dramático que ofrece la música ni de los puntos de fuga que estando en la película hubieran permitido, de haber sido aprovechados, que la música deviniese una herramienta verdaderamente útil e integrada en la dramaturgia y, sobre todo, haberle dado profundidad al cojunto del filme. Quizás la pretensión fuera simplemente hacer algo intrascendente, dérmico y banal.