Durante el luminoso verano noruego, un grupo de niños revelan sus misteriosos poderes cuando los adultos no miran.
El compositor arranca su creación con sonidos simples que paulatinamente van tomando forma (siniestra) y enfatizando el misterio y la corrupción de la inocencia. Con cuerdas y gongs procesados se genera un entorno que es a la vez fantasmagórico y dramático, melancólico.