El propietario de una joyería vende en exclusiva a ricos y famosos. Un día recibe una valiosa piedra con la que espera poder pagar deudas que no puede asumir. Pero todo irá de mal en peor.
En contra de lo que es usual en el thriller, esta no es una banda sonora que se aplique para dar énfasis a la acción ni para subrayar las aventuras del protagonista en su búsqueda de una salida. Bien al contrario, se destina para ayudar (y mucho) a destacar el peripatetismo del personaje con un uso de la música electrónica algo anacrónico y atemporal que recrea ambientes y entornos brutos y sucios que funcionan por contraste y que dan un aire casi grotesco y cómico al protagonista en su pesadillesca sucesión de desdichas, que la música se encarga de desdramatizar aportando un tono de presión y delirio en el que participa la inclusión de un tema mínimamente versionado de Akira (88)