Western sobre la búsqueda de un enorme búfalo blanco por parte de un cazador.
Partitura en la que el compositor primó más los aspectos psicológicos del filme que no los ambientales, recreando en forma de música las ideas de obsesión, muerte, locura... Para esta especie de "Moby Dick" en las praderas norteamericanas, trabajó en torno a dos temas centrales, uno para el cazador y otro para el animal, y con ellos desarrolló el resto de la banda sonora, en forma de lucha enfática entre ambos, con el tan eficiente duelo entre tema y contratema (cuya victoria proclama, claro, como tema principal al humano). Reemplazó a una partitura rechazada de David Shire.