Documental que recorre las salas de cine de la ciudad de Barcelona que han ido cerrando, con testimonios de profesionales del sector.
Este es un documental que explica lo sucedido en Barcelona pero que es perfectamente aplicable a cualquier gran ciudad del mundo, y la música es uno de los elementos que más contribuyen a universalizar y trascender de lo local el mensaje, la denuncia, la desazón pero también la esperanza que se transmite. Por otra parte, la película se desarrolla en los terrenos de la emoción (la pérdida de salas de cine) y de la información, con muy interesantes y clarificadoras declaraciones de profesionales. La música transita cómoda y armoniosamente en ambos campos uniéndolos y ligándolos.
El compositor lo hace girar todo en derredor de un bello y emotivo tema principal, retentivo, que en la forma parecida de un vals sirve para tributar y homenajear no solo a esas salas de cine ya desaparecidas sino a quienes las mantuvieron hasta que no pudieron seguir y a quienes las recuerdan, pero sobre todo es un punto de vista y una opinión de la directora, expresada musicalmente, y que subraya que hay esperanza. Junto a otros temas en similar línea e incluso momentos humorísticos, esta es una creación que siendo obviamente sentimental y algo melancólica es en su sustancia optimista y positiva. Ciertamente se muestra y presenta sus formas demasiado temprano en el filme, lo que la impide poder crecer y evolucionar junto al relato, pero incluso siendo algo reiterativa sostiene y eleva el documental a un plano que puede ser comprendido y asimilado en cualquier parte.