Un hombre escucha una misteriosa voz en un trigal que le pide que construya allí mismo un campo de béisbol. Una vez cumplido, irán apareciendo fantasmas del glorioso pasado del béisbol americano.
Esta es una de las bandas sonoras del compositor que más y mejor representan su faceta lírica e intimista. Cuenta con un muy bello tema principal de aires folk del que saca provecho en lo dramático y en lo narrativo, y que aporta al filme un aura mágica, cálida, para la fantasía y la impliación emocional de la audiencia. Se trata de una música que evoluciona y se desarrolla en modo creciente hasta llegar a un pletórico final.