Continuación de The Dark Knight (08). Han pasado ocho años desde que Batman desapareciera, pero todo cambia con la llegada de una astuta gata ladrona, que lleva a cabo un misterioso plan, y de un terrorista enmascarado cuyos despiadados planes para la ciudad hacen que Batman regrese de su autoimpuesto exilio.
El compositor firma una valiente creación aplicada en la forma de continuum, de tal manera que su música no se estructura a la manera convencional sino que conforma un discurso seguido, creciente, que desde su inicio hasta el final supone un viaje por distintos estados emocionales, pero que básicamente es una bajada a los infiernos para llegar a una resolución liberadora y abierta. La gran intensidad de su música, su fortaleza, y el desolador dramatismo que impregna en muchos de sus momentos, oscuros y ténebres, son algunos de los elementos de esta creación gótica, a ratos insana y demencial, y en otros lírica y afligida. Es una creación de gran virtuosismo y madurez, que mantiene estable un doble lenguaje: en un primer plano la imponente fuerza -la de la amenaza, pero también la del poder que lucha contra esa amenaza-, pero una cuidada carga de dolor y esperanza que fluye sutilmente hasta alcanzar una liberación final, algo agotada pero libre a fin de cuentas.