Un ladrón americano que ha acabado en la Riviera francesa arruinado y enganchado a la heroína se esfuerza por apartar a una joven rusa de las malas compañías. Le proponen un último y espectacular golpe: robar la cámara acorazada del Casino de Montecarlo.
Cálida partitura ambiental con presencia mayoritaria de jazz y con algunas canciones. El compositor recrea un entorno adecuado y característico del género del cine negro, pero es más interesante en sus partes dramáticas, con un tono moderadamente desolador.