Un joven criminal irlandés rapta a un hada con la intención de pedir un rescate que le permita salvar a su padre...
La música puede intentar pero difícilmente levantar a una película muerta, como tantas veces se ha evidenciado. Es lo que sucede en este anodino y gris film de Kenneth Branagh al que Doyle intenta insuflar de color y de magia sin acabar de lograrlo. El compositor se esfuerza con una música enfática y épica, intensa y con un destacado tema principal que, aunque bien aprovechado, no consigue dar ni consistencia ni unidad al conjunto de una creación dispersa, inconexa, que va perdiendo fuelle e interés a medida que avanza la película para acabar siendo un mero acompañamiento de las escenas, que arranca vigorosa y termina cansada y cansina.