Con la entrada de un platillo y una potente sección de viento, acompañada de algunas notas en piano y el uso de unas graves tubas, Henry Mancini, con su particular estilo, nos ofrece un tema principal misterioso, amenazante y similar al de un tema de persecución de la vieja escuela. Es un fuerte inicio, con mucha percusión y que simula, musicalmente, la amenaza que se recibe por parte del asesino profesional, declarando lo que el título dice: que la victima tiene todas las probabilidades de morir.
Fuera de su tema principal, el cual tampoco me parece realmente destacable, encontramos una partitura un poco insulsa y a veces reiterativa, aunque con momentos estelares musicales y con una canción bellísima, cantada por James Gilstrap.
La canción, "Easy Baby", tiene una melodía y una instrumentación extremadamente preciosa y cala en el espectador, tanto en película como en CD, de una manera especial e incluso nostálgica.

Melodías grotescas, con el silbido humano como protagonista en muchas de ellas y otras piezas realmente animadas y divertidas. Es una especie de festín musical que narrativamente no cumple del todo con su cometido y que sirve como mero acompañamiento para algunas escenas.
Aquí también se utilizan muchos sintetizadores e incluso las famosas ondas marcianas para una pieza en concreto, de lo más extraña que hay en la edición discográfica y que aún queda más incoherente en el film.

Se acompaña de tres piezas cirquenses, alguna jazzística y alguna que otra variación instrumental y cantada de la canción "Easy Baby".

5/10