Obsesionada por obtener la auténtica piel de dálmatas para crear su nueva línea de moda, Cruella de Vil no se detiene ante nada. Cuando una de sus mejores diseñadoras le cuenta lo contentos que están ella y su marido porque su pareja de dálmatas van a tener cachorros, la mente de Cruella empieza a maquinar para hacerse con los pequeños.
El compositor aplica una elegante y divertida partitura sinfónica en la que prima un tono casi aristocrático, pero para aprovecharlo con fines de impostura humorística. Se trata de una banda sonora amplia y muy elaborada, con variedad temaria, notable tema principal y momentos deliciosos.