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LOS PORQUÉS DEL RECHAZO (PARTE II)

07/02/2022 | Por: Conrado Xalabarder
DEBATE

ORQUESTADORES Y COMPOSITORES

Por Carles Robert

Una buena orquestación es cuando no existe conciencia de que es una orquestación. La palabra es engañosa (Igor Stravisnky) (1)

Si yo dicto una carta a mi secretaria, ¿de quién es la carta, mía o de mi secretaria? (Aaron Copland) (2)

Así ocurre que un músico célebre firma la partitura cuando, en realidad, solo se ha ocupado del bosquejo del tema (Ennio Morricone) (3)

Recodemos una obviedad: un compositor es alguien que crea música, sabe cómo hacerla y plasmarla en papel o soporte. Domina diversos lenguajes musicales, controla los parámetros de melodía, armonía, polifonía, por separado y en conjunción mútua, conoce la técnica de los diferentes instrumentos y de diferentes texturas sonoras -incluyendo la electrónica- y sabe analizar una partitura o un audio ajeno. Además, en el caso de la música de cine (como sucede en la ópera, el oratorio o la música incidental para teatro) debe tener un sentido de la dramaturgia. Dentro de este ámplio abanico hay compositores buenos, no tan buenos, y otros mediocres, pero compositores al fin y al cabo.

Ahora bien, el desconocimiento de estas disciplinas es inversamente proporcional a la categoría de compositor (y generalmente directamente proporcional a su ego, supongo, para compensar). En otras palabras, cuanto menos se sabe de esas disciplinas menos compositor se es. Chaplin no era compositor, inventarse una melodía silbando no te hace compositor, de la misma manera que cambiar una bombilla no te hace lampista, escribir un artículo en facebook no te hace periodista, o los garabatos de un niño en un papel no son una obra de arte. Un dibujante de cómic puede imaginar un edificio original e increible, pero eso no lo convierte en arquitecto. ¿Concebimos que un director de cine no sepa lo que es un plano medio?; ¿os imagináis a Roger Deakins o Gordon Willis explicando al director mira, no tengo ni idea de lentes, si acaso llamo a alguien para que me diga cuál hay que poner (eso sí, en los créditos figuraré yo)?; ¿hubiera dicho Edith Head, no tengo ni idea de dibujo ni de tejidos, hazlo tu, pero mira me imagino un sombrero así... como picudo, captas?

Un compositor es un artista, sí, pero debe dominar el oficio, es conditio sine qua non. El intrusismo sistemático que se ha dado (y se sigue dando) en la música cinematográfica es uno de los caballos de batalla de los puristas clásicos respecto a la música de cine. Y en muchas ocasiones tienen razón: el uso de orquestadores (a veces hasta cinco o más), arreglistas adicionales, consultores computacionales para las partes electrónicas, etc, en conjunto a veces más de quince personas denotan muchas veces la incapacidad del llamado compositor para plasmar ideas musicales.

En su defensa, no pocos compositores arguyen el factor tiempo para rodearse de colaboradores, pero recordemos que Morricone o Herrmann JAMÁS utilizaron un orquestador, que Howard Shore compuso las nueve horas de LOTR orquestando todas y cada una de sus notas en el tiempo previsto (cinco semanas para cada película, grabación incluida), que parte de lo que compuso Horner desde 1995 fue orquestado por él mismo (Braveheart, Mask of Zorro, Avatar, A Beautiful Mind, Apocalypto...), y tantos otros. ¿No tenía también Mozart presión de tiempo por cada ópera que componía?; ¿no la tenía Bach cuando se le exigía una cantata cada domingo?

Para hacernos una idea concreta, veamos qué es realmente orquestar. Escuchemos esta conocida pieza de Purcell, que el compositor inglés escribió para la obra de teatro Abdelazer:

Imaginemos que la hubiera escrito un compositor de música de cine para una escena muy fastuosa, con fuegos de artificio, la llegada de la nobleza, etc., y le pide al orquestador que la instrumente en este sentido. El resultado podría ser, tal vez, algo como esto:

Esta es la orquestación que hizo el también inglés Benjamin Britten, como ejercicio pedagógico para que los jóvenes estudiantes de música aprendieran los distintos instrumentos de la orquesta. Analizemos la impresión que nos produciría en la escena anteriormente imaginada: qué bien quedan estas trompas con la llegada del Conde “X”, qué bien quedan las flautas con llegada de la Duquesa “Y”, la percusión es magnífica cuando entran los carruajes y los fuegos de artificio, etc... pero es que toda esta dramatúrgia, este HACER CINE con la música, no sería mérito del compositor... sino del orquestador. Este no solo pasa la música de piano o del borrador a diferentes instrumentos (que naturalmente debe conocer individualmente y en combinación con otros), sino que CREA un sonido original, y suele añadir capas no escritas por el compositor para equilibrar la textura sonora del conjunto. ¿Realmente es justo que en los créditos finales de la película aparezca en pequeñito junto al best boy o que las más de las veces ni siquiera aparezca acreditado en el CD?. Si en una pintura el dibujo lo crea el compositor y el color el orquestador... ¿de quién es el cuadro?.

Un orquestador NO es un copista. No es un trabajo que no tenga ninguna importancia artística, como lo sería el del propio copista, el revisor, el editor musical, etc. Su labor es incluso más importante que la del ingeniero de sonido: de hecho, si la orquestación es mala, este último no podrá hacer nada para solventar el fracaso. El orquestador es como el director de fotografia de la música: si no hace un buen trabajo, la música cae, sin más. A ello se suma que muchos orquestadores salvan lo que el llamado compositor no puede hacer o hace mal, y ello me recuerda a esa escena final del playback en Singing in the Rain, donde el orquestador canta detrás de la cortina y el público idolatra las monerías coreográficas del compositor que mueve los labios. Y es que los compositores rara vez se remiten a los orquestadores, casi como si les asustara verse ensombrecidos por -muchas veces- lo que sería un auténtico co-creador de la música. Son un colectivo casi fantasma, sus nombres no suelen aparecer nunca en los foros, discusiones, artículos, conversaciones entre aficionados o libretos de CD estándares.

Pero hay que ser justos: no todos los compositores de música cinematográfica delegan en el orquestador todo lo que se refiere a las texturas e instrumentos. Arthur Morton, el orquestador de cabecera de Jerry Goldsmith afirmaba:

My job as an orchestrator for Jerry is very straightforward.
Simply, I take the music from the yellow paper and put it on the white paper. (4)

El orquestador Scott Smalley lo corroboraba:

I’ve seen Jerry Goldsmith’s sketches, and there’s nothing you have to add. Maybe you can see something that got left out, but other than that, it’s all there. (5)

Opiniones similares de orquestadores se han pronunciado respecto a Henry Mancini o Alan Silvestri. También Mark McKenzie ha manifestado:

Bruce Broughton sketches are very detailed (6)

Erich Wolfgang Korngold no permitía que su música la orquestara otro que no fuera Hugo Friedhofer, y bajo su entera supervisión, exactamente igual que Miklós Rózsa con Eugene Zador. John Williams trabajó frecuentemente con Herbert W. Spencer, en los mismos términos, hasta la muerte de este. Con todo, nunca sabremos hasta qué punto el orquestador influenció en los sonidos de estos compositores: un cambio de octava  influencia en el resultado final de la música o la elección de un determinado instrumento para iniciar un tema: el famoso inicio del oboe en el “Love Theme” de Superman, fue idea del orquestador Alexander Courage, por ejemplo (curiosamente, el documental donde el mismo John Williams hacía referencia a esta anédota ha sido borrado de youtube hace tiempo y es imposible encontrarlo en las redes).

Por otra parte, Danny Elfman ha reconocido en diversas entrevistas que ese sonido característico lo crearon Steve Barket y él. Y ya en el otro extremo están los hummies y gente que se hace llamar compositor, necesitados de infinidad de asistentes, máquinas, programas informáticos, etc... el nombre de los cuales no merece ser escrito por la ridiculez de sus planteamientos e impostura para con la música de cine. Tal vez deberían figurar, más bien, como Music Consultant, en los créditos finales, dejando en los créditos iniciales quien realmente hace el trabajo: sus asistentes, orquestadores, arreglistas y ghost writers. Estas malas praxis desprestigian enormemente la música de cine, y han estado asociadas ocasionalmente con algunos compositores como Joseph Loduca, Alejandro Amenábar, Christopher Young y también en algunos trabajos de Hans Zimmer. Y, desafortunadamente, estas malas prácticas siguen realizándose.

Mozart, Verdi, Txaicovsky, o Wagner tenían copistas y ayudantes, pero eran ellos mismos los que plasmaban todas y cada una de las notas de cada instrumento. Y tal vez sea por ello que Herrmann o Morricone sean dos de los compositores más respetados dentro del mundo de la clásica y en las salas de conciertos. Aún con la presión del tiempo, componían como los autores clásicos: con oficio, honestidad, integridad y dignidad, creando cine a través de auténticas obras de arte musicales. Ellos solos. Ellos mismos. Como siempre han hecho todos los verdaderos compositores de la Historia.

Tercera parte: Los Temp Tracks

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notas:

  1. Craft, R. (1991). Conversaciones con Igor Stravinsky. Madrid, España: Alianza Música
  2. Previn, A. (1991). No Minor Chords. My Days in Hollywood. New York, USA: Doubleday Editions.
  3. De Rosa, A. (2017). Ennio Morricone. En busca de aquel sonido. Barcelona, España: Malpaso 3 Ediciones S.L.U.
  4. Karlin, F. On The Track. (2001). New York, USA. Routledge Taylor & Francis Group.
  5. Karlin, F. On The Track. (2001). New York, USA. Routledge Taylor & Francis Group.
  6. Larson, R.D. (1986) Jack Hayes and Mark McKenzie: The Film Music Orchestrator. CinemaScore. Recuperado de aquí.
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