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LA ÉTICA DE LA MÚSICA

25/03/2021 | Por: Conrado Xalabarder | 1 comentario
DEBATE

Supongamos que alguien que ha sufrido en su vida una experiencia horrorosa acepta ponerse ante las cámaras para compartirla ante millones de personas en una entrevista televisiva: una mujer que ha padecido una vida de palizas, un hombre que ha visto morir a todos y cada uno de sus hijos por las drogas, lo que queráis imaginar y sea absolutamente terrible. Supongamos, porque además es lo más plausible, que acepta con loable generosidad exponer su dolor para que pueda ayudar a prevenir la violencia de género o las drogas, por ejemplo. ¿Hay algo que falte a lo que es un testimonio de cruda dureza? Si a cualquiera le bastaría con escuchar lo que diga la mujer o el hombre para comprender la dimensión de su tragedia, entonces el realizador que le ponga musiquita de sentimiento muestra -incluso no queriéndolo- una total falta de respeto por la persona entrevistada: ¿qué pensará esta cuando vea la entrevista y descubra que le han puesto musiquita de sentimiento? ¿Acaso su testimonio no era suficientemente fuerte o lo bastante explícito? ¡Mi infernal vida no se explica con esa musiquita de sentimiento!

Traigo al Ágora este asunto (entra en las competencias de MundoBSO pues es música en el audiovisual) a raiz de lo que estos días está en todos los medios: la entrevista -que no documental, matiz esencial- en la que Rocío Carrasco, hija de la cantante Rocío Jurado, explica los malos tratos a los que la sometió quien es ahora su ex-marido. Debo decir que no tengo ni la más remota idea de este asunto y por tanto no me pronuncio sobre el mismo, pero quise ver algo de esa entrevista y lo que ví (y escuché) me irritó sobremanera: su testimonio lleno de lágrimas y dolor expuesto con musiquita de tristeza y dramatismo. En una entrevista televisiva una mujer maltratada no necesita música para explicarse: si ella no sabía que la pondrían haría bien en reprocharlo a la cadena televisiva, pero si lo sabía y lo ha consentido, el reproche entonces debe ser hacia ella, pues si no hay teatro y circo no hace falta recurrir al sucio teatro y circo de usar música para someter a la audiencia.

En una entrevista para televisión, insisto. El género del documental -que incluye también el formato entrevista- sigue otras pautas y la música puede intervenir de modo respetuoso y también útil. Veamos este fragmento de un documental sobre el Holocausto, donde una mujer relata cómo la Gestapo detuvo a su hermano y se lo llevó, para no volver a verle nunca más. Es una entrevista que concede para el documental y en ella narra con serenidad una experiencia obviamente dolorosa:

La primera versión (es la real) no tiene musica; en la segunda le he puesto música que alguien podría considerar musiquita de tristeza y dramatismo, por las razones que he expuesto anteriormente. Y sin embargo no creo que sea irrespetuosa porque aspiro a que la audiencia no la entienda del presente sino del pasado, y además de un pasado desgraciadamente universal, que afectó a millones de personas y no solo a ella. Es posible que si la entrevistada no estuviera serena (y la música respeta su serenidad siéndolo también) sino muy afectada esta música podría resultar algo mezquina, por las razones que he expuesto anteriormente, pero no creo que sucediera porque esto es un documental, en el que se permiten actitudes que no deben formar parte de una entrevista en un plató televisivo.

Una de esas actitudes más relevantes en el género del documental es que el o la documentalista tiene derecho a posicionarse sobre aquello que se expone en el documental: lo que cuenta esta mujer es un testimonio entre millones de personas que sufrieron la misma depravación nazi y que ya no viven para contarlo. Es uno de los varios que aparecen en el documental y de alguna manera esta música la compartirán los demás entrevistados, incluso aunque no aparezca con ellos, porque representa algo por encima de la experiencia individual, o al menos he pretendido que abarque a las demás víctimas, las conocidas y aquellas de las que nunca sabremos sus nombres. Como documentalista, la he puesto para expresar mi opinión: aquello que sucedió en el pasado fue desolador. No debía haber sucedido.

Cuando una persona expone su sufrimiento -sea en una entrevista televisiva o en una entrevista para documental- hay que sopesar si la música puede interferir, banalizar o incluso melodramatizar de modo ridículo o si por el contrario puede ayudar a trascenderlo o si puede servir para posicionarse. La música nunca debe traspasar los límites de la ética.

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Usuario: Manuel Báez Duarte
Fecha de publicación: 25.03.2021
Estoy de acuerdo. La típica música de tensión (o, incluso, la utilización de música preexistente) para los programas que cuentan dramas "ligeros", de corazón, es un recurso estético que me parece respetable porque, a fin de cuentas, es solo un espectáculo televisivo.
Ahora bien, cuando se habla de un drama real (o presuntamente real, sea este o cualquiera), un problema que puede acabar con depresión o incluso con la vida de las personas, creo que utilizar la música para dramatizar de una forma artificiosa y convertirlo en "salseo" es, cuanto menos, poco ético. Convierte la vida real en una especie de Show de Truman en directo, y ese jamás debería ser el objetivo.
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