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EL INFIERNO, EN HOLLYWOOD (12)

13/10/2020 | Por: Conrado Xalabarder
CRONICAS

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  • CAPÍTULO 7: EL MÉTODO HANS

Stephan Eicke dedica el penúltimo capítulo de su libro The Struggle Behind the Soundtrack a Hans Zimmer y el impacto que ha provocado en la música de cine hollywoodiense. La primera parte explica la trayectoria vital y profesional de Zimmer, desde sus inicios en Reino Unido hasta su consolidación en Hollywood, gracias a Rain Man (88) y al éxito de Driving Miss Daisy (89), trabajo que consiguió por imposición de los productores, puesto que Barry Levinson, el director, quería a Georges Delerue. Todo el capítulo es, en realidad, una biografía muy bien resumida que empieza en sus orígenes y acaba con sus monumentales conciertos por todo el mundo. Entre ambos, Media Ventures y su disolución, Remote Control, su modo de trabajo, su equipo, su disciplina (férrea), sus campañas para captar nuevos talentos...

Zimmer, se explica en el capítulo, creó Media Ventures con una idea clara de rentabilizar al máximo la producción musical, como empresario, pero también para captar y apoyar a nuevos talentos, algunos de los cuales han logrado tener una carrera propia, como John Powell o Ramin Djawadi, entre otros. Había alguna que otra una contrapartida, como explica Klaus Badelt:

(Media Ventures) era un gran lugar para compositores emergentes, pero no para consolidados y con carrera propia. Todo giraba en torno a una persona y todos servían a esa persona. Debías dejar ese sitio lo antes posible para poder hacer tus propias cosas.

De alguna manera, Remote Control -la empresa continuación de Media Ventures tras su disolución- ha endurecido esas contrapartidas. Un compositor que pasó por Remote Control y que quiere mantener el anonimato le explica a Eicke que:

Mucha gente va a Remote Control queriendo trabajar como asistentes, pero deberían saber que pueden llegar a pasar cinco o diez años pasando a limpio el trabajo de otros compositores. Hay quienes llevan diez años sin hacer otra cosa. No es un trabajo creativo, no tienes tiempo para tu propia música. Como asistente has de llegar al estudio antes que el jefe y marchar después de él. Toda tu vida consiste en hacer la vida de tu jefe más sencilla.

Zimmer compara este modo de organizarse y de operar al del estudio de un arquitecto, donde el gran jefe y el que firma los proyectos es el arquitecto y tiene a sus órdenes a delineantes, aparejadores, etc. Como bien señala Eicke, trabajar en equipo como hace Zimmer no es un fenómeno nuevo. Lo que sí es nuevo es la tecnología de la que dispone para desarrollar y entregar eficientemente una banda sonora.  Zimmer lo corrobora:

La música ha de ser entregada a tiempo, eficientemente y, por encima de todo, que satisfaga a los productores.

Una gran diferencia con las políticas también férreas y jerarquizadas de los viejos estudios es lo mucho que ha condicionado a la forma de hacer música de cine en Hollywood, comportado por ejemplo que productores y directores quieran bandas sonoras similares a las de Remote Control, por gustar y ser comerciales, y las demandan incluso fuera del ámbito de Remote Control: un caso evidente y palpable es el de Patrick Doyle en Rise of the Planet of the Apes (11) o en Jack Ryan: Shadow Recruit (14), y en tantos filmes más. Otro efecto, peor incluso, es que ha hecho mucho más dificil el trabajo a los compositores que trabajan en solitario, en tanto los plazos se han acortado dramáticamente y la eficiencia de la maquinaria industrial hace que sea virtualmente imposible ser competitivo: la constante demanda de cambios en la música (por mencionar un solo ejemplo) hace que los compositores necesiten imperativamente asistentes, tal y como se explicó en un capítulo anterior.

Y un tercer efecto, demoledor, es que se rechacen músicas en otras circunstancias y tiempos celebradas en la industria pero ahora denostadas. El capítulo menciona el caso de Wallace & Gromit: The Curse of the Were-Rabbit (05), en la que tras un pase privado con público se decidió quitar toda la música de Julian Nott, salvo su célebre tema principal, y que la hiciera el equipo Zimmer. Cuenta Nick Raine:

Me encontré por vez primera con Hans y los compositores que iban a trabajar en la película, nos sentamos en una mesa y Hans dijo: "Me siento como si fuéramos el ejército americano que llega a un país del tercer mundo para salvar una película".

Eicke no es crítico sino expositivo en la explicación que ofrece sobre el entorno de Hans Zimmer, al que quiso entrevistar para el libro pero del que no recibió respuesta. Relata lo duro y exigente que es con quienes trabajan para él, pero también la generosidad que tiene para con quienes son cooperativos y aportan ideas. Desde la producción y creación de bandas sonoras, en los conciertos, en su empresa de librerías musicales, y destaca también otros ámbitos, tales como la masterclass que grabó y las ofertas para participar en concursos. Asimismo, subraya su integridad y su facultad de ser diplomático a la par que tajante con directores:

No hago cambios en la sala de grabación y no permito que los directores los hagan con los músicos delante. La grabación consiste en obtener una interpretación, no en re-escribir la música. Nada suena peor que un grupo de músicos aburridos que han de esperar a que alguien acabe de cambiar un arreglo.

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Nuestro comentario:

La influencia de Zimmer en la música de cine contemporánea (al menos en Estados Unidos) es indiscutible. Lo que sí es objeto de discusión es si esa influencia es beneficiosa o dañina o en qué aspectos es una cosa o es la otra. Lo comentado respecto a Wallace & Gromit: The Curse of the Were-Rabbit puede ser ampliado a muchos otros filmes: me viene a la cabeza -aunque oficialmente nada lo avala- lo que sucedió en In the Heart of the Sea (15), en la que creo que es más que evidente la interferencia de Zimmer en la música de Roque Baños. Basta con ver y escuchar la película.

La masterclass que publicó hace tres años fue ampliamente comentada en MundoBSO: nada menos que en once artículos (el primero, aquí) y sobre sus espectaculares conciertos mucho se ha comentado también: es claro que Zimmer disfruta mucho su oficio y ama lo que hace. Pero es claro también que genera fans y detractores. Pero muchos de los males que padecen los compositores en la actualidad están fuera de su ámbito, y eso es necesario subrayarlo.

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