La música aplicada altera cualquier imagen, la reconvierte, la modula o incluso puede transformarla en algo completamente opuesto. Lo que es imposible es que la deje exactamente igual a como estaba antes de ponerle la música. Y eso se debe a que no existe música que, una vez aplicada, resulte vacía, que no diga nada, que no comunique algo. Incluso la música vacía expresa vacío, que es algo que comunicar.

Veamos esta fotografía:

No sabemos nada de esta mujer. Una decisión musical puede dar abundante información y condicionar el modo cómo va a ser conocida. Pensad músicas diferentes y obtendréis mujeres diferentes: con Delerue es una mujer sentimental, con Barry melancólica ¡y con Herrmann una psicópata! ¿Cómo es ella? No os equivoquéis: si queréis mostrarla como una mujer afligida, no le pongáis música alegre o vuestros espectadores no la verán como una joven melancólica! Es de sentido común, pues sabiendo que la música siempre gana, el espectador la verá a ella a través de la música.

La música no se aplica tanto sobre la imagen como sobre lo que hay en ella y no necesariamente en todo lo que vemos: la música lo será de la chica pero no de la pared, por ejemplo, y su vestido será irrelevante. Tampoco encaja en la imagen, esto es algo que no significa absolutamente nada, y defender el impacto que pueda tener sobre la imagen es asumir que no más allá de lo dérmico, lo superficial. Pero la música determina no solo cómo vemos las cosas sino y sobre todo cómo las entendemos.

¿Qué significa poner música a unas imágenes? En realidad no significa mucho, simplemente colocar música. Pero es que es virtualmente imposible pretender poner música sin generar alguna información, pues una música bonita en un paisaje bonito hará de ese paisaje más bonito, pero no solo eso, pues condicionará el modo en cómo se ve: basta con poner un punto de melancolía para que el espectador vea esa melancolía en el paisaje, o cualquier otra fórmula.

Si queremos que la música no explique nada, que la información que aporte sea cero, entonces la única posible es la no música, porque cualquier música generará información, aunque sea extremadamente básica. La música aplicada puede ser muy emocional y aportar poca información, pero siempre dará alguna. El motivo de la comunicación en Close Encounters of the Third Kind (77), por ejemplo, es pura información con escasa emoción, pues esas notas matemáticas no la generan salvo en momentos puntuales y naturalmente en el tramo final del filme. En el lado opuesto, la música de Out of Africa (85) es sustancialmente emocional, pero también informativa: inserta moderada melancolía en un contexto romántico y bucólico, algo que el espectador entiende. Pero esa música ¿es de la sabana africana (imágenes) o de la impresión (de personajes y espectadores) sobre ella?

¿Qué expresa la maravillosa música de Lawrence of Arabia (62) cuando el protagonista se topa con el desierto? ¿Es la música de lo que vemos de desierto o del desierto completo, aunque no lo veamos todo? Creo que la respuesta es clara: la música de Jarre no nos cuenta lo que vemos sino también lo que no vemos. Va mucho más allá de las imágenes: ¡las hace infinitas! Pero ¿es la música del desierto o de la impresión que personaje y espectadores tienen de su grandeza? Que cada uno lo perciba como quiera, pero ni en uno ni en otro caso es música solo para lo que vemos sino para un escenario más inmenso y más profundo.

Sea para entrar en un personaje o sea para ampliar, seccionar o profundizar el campo de acción la música aplicada siempre tiene algo que decir y siempre tiene algo que vestir, porque para eso está en las películas. Lo que diga puede ser acertado o desacertado, claro o confuso, pero siempre dice y sobre todo señala algo. Desde una acción concreta (el mickeymousing, por ejemplo) a una emoción, genera siempre algún tipo de transformación que va más allá de lo meramente visual, de la imagen. Adjunto un vídeo de la serie Tópicos de la música de cine que complementa lo aquí expuesto.